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«Hablar de una revolución social con Alfaro es una incongruencia y está fuera de contexto, dice Núñez»

Hablar de una revolución social con Alfaro es una incongruencia y está fuera de contexto, dice Núñez

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domingo, 29 de enero de 2012 13:52

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Dando click en este enlace pueden ver el programa completo:

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Durante un diálogo en el programa “La Polémica”, Erika Silva, ministra de Cultura, junto a Francisco Salazar y Claudio Mena, miembros de la Academia de Historia, y Francisco Núñez, historiador, analizaron el legado histórico de Eloy Alfaro y la Revolución Liberal. (CANAL UNO)

La ministra Silva sostuvo que el principal legado de Alfaro es que su revolución permitió al país ingresar a una sociedad moderna capitalista secular, que generó una ruptura con el Estado terrateniente que dominaba en el siglo XIX e instauró el proyecto del Estado nacional, además de que permitió la emergencia de nuevos actores políticos y sociales como las mujeres.

Claudio Mena señaló que Alfaro fue el gran transformador del país, al separar la Iglesia del Estado, lo que se conoce como laicismo, pues restarle poder a la Iglesia Católica, que dominaba no solo las tierras y la economía del país sino las costumbres y la forma de organización social, fue un trabajo por demás duro.

Por su parte, Francisco Salazar se permitió discrepar pues, a su juicio, con el Liberalismo se perdió la libertad electoral, la libertad religiosa, la libertad de prensa y de pensamiento, y la libertad de enseñanza, cuya verdadera autoría adjudicó a Velasco Ibarra.

La ministra Silva rebatió afirmando que en esa época no se puede hablar de limitaciones a la libertad electoral, pues ésta no existía. Además dijo que el Estado laico más bien garantizó la libertad religiosa, y que la enseñanza debía pasar a ser regulada por el Estado laico.

Por otro parte, Francisco Núñez afirmó que para analizar un proceso como la Revolución Liberal se debe partir de dos presupuestos: “la historia es un instrumento de dominio y Alfaro dentro de ese proceso para la historiografía oficial se ha convertido en un mito. La Revolución Liberal en lo que compete a cambios radicales y reales no significó mayor cosa para el país (pues) la condición miserable del indio (…) (y) el latifundio en la Sierra se siguió manteniendo por mucho tiempo más”. Añadió que quienes sostuvieron la Revolución Alfarista fueron la bancocracia y las oligarquías agroexportadoras de Guayaquil, por lo que “hablar de una revolución social con Alfaro es una incongruencia y hablar fuera de contexto”.

(GB)



El asesinato de Alfaro : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

El asesinato de Alfaro : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo.

El asesinato de Alfaro

Por : Carlos Freile Granizo

Sábado, 28 de Enero de 2012

Diversas voces se han levantado en estos días del centenario del horroroso asesinato de Eloy Alfaro para convencernos de que los responsables fueron los periódicos, los oligarcas y el clero. Una equivocada visión de la Historia pretende que la masa no es capaz de actuar sin ocultas manos que la dirijan hacia la irracionalidad y el crimen. Se ha acusado al Gobierno en ejercicio de ordenar el traslado de los golpistas presos de Guayaquil a Quito, lo cierto es que el Presidente envió un telegrama al Gral. Navarro el 25 de enero en el que exigía que se tomen todas las precauciones en defensa de los presos y se los juzgue en Guayaquil. ¿Por qué los trajeron a Quito?

Navarro comunicó el crimen contra Montero e informó que no podía garantizar la seguridad de los presos. Los envió a la capital en contra de las órdenes del Gobierno, el cual dispuso su retorno desde Huigra al Puerto. No pudo ser: la tropa se negó a regresar. Durante todo el viaje la escolta se vio obligada a repeler los ataques de las pobladas. Lo mismo sucedió en Quito, a pesar de que no entraron por Chimbacalle. ¿Por qué tanta saña popular?

Como dice un folleto de la época: “por los inhumanos asesinatos de Guillén, Maldonado, Moscoso, Larrea, Jiménez, Lasso, Salvador Martínez, Zurita, el Comandante Sánchez y sus dos compañeros… el Capitán Santana y los sargentos fusilados… Vásconez, Carlos Valencia y sus compañeros… Vega, Vivar, Tello, Terán… los fusilamientos de Sabana Grande, la salvaje matanza de mujeres en Penipe, las víctimas de Cabras y Guangoloma…” Menciona a los desorejados y enumera algunos torturados… Concluye: “El régimen alfarista había causado a los derechos individuales y políticos de los ecuatorianos tantos y tales atropellos, con un largo séquito de luto, lágrimas, miseria y deshonra, que originaron la sanción del 28…”

¿Hacía falta un complot siniestro? Enseña Pierre Vilar: “La Historia está hecha de lo que unos quisieran olvidar y de lo que otros no pueden olvidar. Es tarea del historiador averiguar el porqué de lo uno y de lo otro”. Obligatorio recordar.

cfreile@lahora.com.ec

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Gabriel García Moreno y Eloy Alfaro: dos formas de morir.

Gabriel García Moreno y Eloy Alfaro: dos formas de morir.

6 de Agosto de 1875 y 28 de Enero de 1912, dos fechas marcadas con sangre, dos formas de morir…

Los asesinos:

La muerte de Gabriel García Moreno fue producto de un complot organizado y financiado por gobiernos extranjeros controlados por sectas, aplicado en el Ecuador por un grupo de exaltados por lo que ellos llamaban “libertad”, instigados por los panfletos incendiarios de Juan Montalvo… donde participaron Manuel Polanco, Manuel Cornejo Astorga, Abelardo Moncayo, Francisco Sánchez, Gregorio Campuzano, Roberto Andrade, Juan Elías Borja, hijo del Borja “martirizado”, Rafael Portilla, dos sobrinos de Juan Montalvo: Teodoro y Adriano y por supuesto Faustino Lemus Rayo o Rayo Lemos: 11 personas en total implicadas directamente en el asesinato material.

Cuando Eloy Alfaro fue detenido en Guayaquil, los gobiernos de Estados Unidos y de Gran Bretaña a través de sus cónsules en el puerto principal, intervinieron a favor de Alfaro tratando de impedir su traslado a Quito y promoviendo el movimiento revolucionario para el triunfo alfarista, tal fue la alevosía de la intervención en la política interna de estos Estados en el Ecuador, que Carlos Rodolfo Tobar, Canciller de la República, realizó una protesta formal y pública a los cónsules de estos países en Guayaquil. Los asesinos intelectuales de Alfaro fueron sus coidearios liberales, y los asesinos materiales fueron los militares que se encargaban de su custodia, así como el pueblo quiteño, donde todos los estratos sociales estuvieron representados –con apellidos y dinero de por medio, ricos y pobres, blancos y cholos-, en el arrastre y posterior incineración de los cuerpos participaron cerca de 5000 personas directamente según el testimonio de Federico González Suárez.

Las muertes, el pueblo:

Gabriel García Moreno despachó a su edecán poco antes de ser asesinado debido a la seguridad que prevalecía en su entorno, caminaba en la calle sin guardaespaldas y no se protegía –imprudentemente tal vez- más que con una pequeña pistola que guardaba en su cinto; enfrentó en solitario a los 4 asesinos materiales, ante quienes se defendió con su bastón dejándolos absortos en su valentía. Cayó mortalmente herido por 6 balas y 14 machetazos, tan solo después de haber batallado físicamente con los “canallas” hasta el último aliento. ¿Quién defendió a García Moreno? ¡El pueblo! Un hombre del pueblo, un negro zapatero, su nombre era Daniel Cortés, quien recibió varios machetazos por este hecho.  Pobre pueblo huérfano: “Un hombre Antonio Martínez, compadecido de la desgracia, corre y se abraza a la cabeza de García Moreno diciéndole: ‘Taitiquito mío, ¿Qué pasá?’ Otro hombre del pueblo, Vicente Montero, que se hallaba en los jardines del parque cercano, acude también presuroso a levantarle del suelo, ve que le corre sangre por el lado derecho de la cabeza y también esta con ambas manos, dice: ‘Vida mía, lo mataron’.” También otro negro Rafael Nogales, fiel servidor de García Moreno, se interpone entre Rayo y García Moreno, así como varias mujeres entre las cuales está Margarita Carrera.  La última acción en vida de García Moreno fue disculpar a sus asesinos, por medio de un afirmativo apretón de manos al canónigo que le asistía en su última hora.

Eloy Alfaro, en su último trayecto de Guayaquil a Quito tuvo que ser protegido por la fuerza pública para que no fuera ultimado por el pueblo en las distintas estaciones por donde transitaba el tren que lo conducía a su desconocido destino final. Al llegar a Quito, el ejército se vio obligado a contener a la gente amontonada en Chimbacalle, se la intentó dispersar, sin embargo fue imposible debido a los ánimos y a la decisión del pueblo de tomar justicia por mano propia. Finalmente fue imposible evitar la tragedia y después de ser ejecutado sin miramientos en el penal, Eloy Alfaro y las otras víctimas fueron linchados y arrastrados por toda la ciudad, siendo finalmente incinerados los cadáveres en el parque de El Ejido. ¿Quién defendió a Alfaro? Nadie. ¿Y el pueblo? El pueblo arrastró a Alfaro. La última acción de Eloy Alfaro en vida, fue ocultar en los pliegues de su ropa algunas libras esterlinas que traía consigo.

Las últimas palabras:

Ante la muerte, término anulador de la existencia, las última palabras de un hombre… libre de todo condicionamiento ya, pueden definir su vida y su obra.

Las últimas palabras de Gabriel García Moreno fueron: “¡Dios no muere!”

Las últimas palabras de Eloy Alfaro fueron: Nada… El jefe de la cochera presidencial José Cevallos quien mató a Alfaro, le preguntó antes de dispararle con un fusil: “¿Dónde están viejo sin vergüenza, los millones que has robado?” A lo que Alfaro no respondió. Errónea y estúpidamente se ha dicho que Alfaro pronunció estas como sus últimas palabras “La libertad no se implora de rodillas, se conquista en los campos de batalla”, mientras era incinerado el 28 de enero de 1912 en el parque El Ejido de Quito. Lo cual es imposible debido a que para entonces Alfaro tenía algunas horas de muerto.

Los cuerpos y los funerales:

El cuerpo de García Moreno fue cargado por el fiel negro Nogales. La gente se acercaba a este para poder “venerarlo”,  procurando empapar alguna prenda “con la sangre del mártir”. A García Moreno se le ofrecieron funerales de Estado, presididos por él mismo en la Catedral Primada de Quito, donde el gobierno y el pueblo pudieron rendirle honores y lamentarse en largas filas venidas de todos los rincones del Ecuador, durante varios días antes de su entierro.

El cuerpo de Alfaro, o lo que quedaba de él, fue levantado por  la policía que impidió que sea recogido por tres sacerdotes bajo la orden del Arzobispo de Quito para ser llevados al cementerio de El Tejar; sus coidearios liberales fueron incapaces ni siquiera de reclamar sus restos. Lo que quedaba del cuerpo carbonizado fue prácticamente feriado, un extranjero compró un brazo a un sucre y un perro se llevó una canilla. De allí los restos fueron llevados a la Sociedad Funeraria Nacional al mando de un liberal clerófobo que se negaba a entregar el cuerpo a su familia, aduciendo que “los restos de esta mortecina cada 28 de Enero deberían ser paseados de nuevo por las calles de Quito”. Finalmente lo poco que quedó de Alfaro fue traslado a Guayaquil sin pompa, ni gloria, ni actos oficiales.   

Las reacciones oficiales:

En la misma tarde del 6 de Agosto de 1875, día del asesinato de Gabriel García Moreno, Francisco Javier León, Vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo se dirigió a sus compatriotas con estas palabras: “El más atroz de los crímenes se acaba de perpetrar por viles asesinos. En conformidad con lo que dispone nuestra carta fundamental me he encargado del Poder Ejecutivo: contando con el patriotismo de los ecuatorianos para salvar nuestra religión e instituciones. Propietarios, artesanos, hombres honrados confío en que vosotros me ayudaréis. DIOS NO SE MUERE eran las palabras que tenía en sus labios la ilustre víctima. Quito, agosto 6 de 1875. Francisco Javier León.” A la muerte de García Moreno no se siguió una revolución general como ingenuamente esperaban los asesinos, todo lo contrario, lo que siguió fue un desamparo total en el país.

El 29 de enero, el día siguiente a la muerte de Eloy Alfaro, Leónidas Plaza –jerarca liberal, autor intelectual y cómplice del asesinato de Alfaro y sus colaboradores-, Director de la  Guerra se dirigía jactanciosamente al Ecuador en estos términos: “Leónidas Plaza G. General en Jefe del Ejército Constitucional que conducido de triunfo en triunfo desde las faldas del Pichincha hasta las márgenes del Guayas, ha pulverizado al monstruo de la revolución alfarista que amenazaba devorar la República y sepultarla en el abismo de la infamia.”  A la muerte de Alfaro, siguieron matándose entre liberales por el poder.

Los Proaño:

Eloy Proaño y Vega, Secretario de Estado del último gobierno de García Moreno nos relata lo siguiente en su “El 6 de Agosto” sobre su última acción junto a su líder: “¡Quién me hubiera dado morir aquel día y exhalar el postrero aliento traspasado de dolor junto al cuerpo sangriento donde moró ese espíritu inmortal cuya desaparición llorará por siempre el Ecuador! Abracé su cuerpo como el de un padre y procuré alzarlo, más me fue imposible sobreponerme al dolor que embargaba mi espíritu; y entregando el despedazado cadáver en brazos de cuatro o seis personas que ya en esos momento se habían acercado, lo hice conducir a la Iglesia Catedral, donde espiró a los pies de esa misma Cruz, que pocos días antes había paseado sobre sus hombros por las calles de la capital.” Eloy Proaño vio ensangrentada toda su ropa durante este trance.

El oficial Aurelio Proaño al ver entrar al general Eloy Alfaro al panóptico de Quito ese 28 de Enero de 1912, le da con un fusil un culetazo que lo arroja al suelo, demostrando así su desprecio por quien él consideraba había hecho tanto daño a la patria… curiosamente un guarda Núñez lo coge del brazo y trata de ayudarlo llevándolo a otro lugar del penal.

La Masonería:

La Gran Logia de Lima celebró apoteósicamente el triunfo de Rayo concretado en la muerte de García Moreno  el 6 de Agosto de 1875 con una gran tenida en su honor y teniendo una cada aniversario del 6 de Agosto desde entonces para conmemorar la gran proeza. Tiempo después, esta misma Logia de Lima, la matriz de la masonería sudamericana, mandó a pintar un cuadro de la escena del asesinato para que reposara como trofeo en su sede.

El 31 de Marzo de 1912 la logia de Panamá, Rosa de América N°36, celebró sesión solemne en memoria de Eloy Alfaro y demás muertos del 28 de Enero en un linchamiento popular. Allí un orador dice: “Eloy Alfaro como gobernante o como gobernador destacó su espíritu  masónico en la ruda lucha por implantar en su patria los ideales del progreso (los de ir siempre adelante y hundirse más y más en un horrible pantano, según expresión moderna de Churchill), que son los ideales de la masonería. Eloy Alfaro vive en la memoria de todos  los hijos de la Viuda como reguero interminable de luz.”

La impunidad:

Lamentablemente las dos muertes coinciden en la impunidad de sus asesinos, una latente señal del Ecuador como país; si bien hubo acciones judiciales en ambos casos, e incluso en el caso de García Moreno se sentenció a muerte a uno de los asesinos, Manuel Cornejo Astorga; sin embargo el resto de responsables nunca fue sancionado de la manera debida… al punto que tanto los asesinos intelectuales y materiales de García Moreno y Alfaro, no solo que no fueron castigados, sino que además ocuparon importantes cargos en la Administración Pública del País.

Por Francisco Núñez del Arco Proaño

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El mito de Alfaro (IV) : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

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Sábado, 21 de Enero de 2012


Por : Carlos Freile Granizo

Mucho se habla del aporte de los gobiernos alfaristas a la educación nacional. Una de sus innovaciones habría sido el declarar que la educación primaria debía ser obligatoria, gratuita y  laica. La novedad estaba en el tercer punto, pues ya en 1871 García Moreno había decretado los dos primeros, lo que fue confirmado en 1883. El laicismo en sí contiene elementos muy positivos, tanto a nivel de las competencias del Estado como en los fundamentos de la educación.

En lo primero: fue enormemente beneficiosa la separación del Estado y de la Iglesia, no lo fue que se desatase una auténtica persecución, con destierros y asesinatos o que se pretendiera controlar a la Iglesia con la arcaica Ley de Patronato, tampoco que se desterrara a religiosos dedicados a la enseñanza de las clases más pobres.

En lo segundo: en nuestro país no se estableció un auténtico laicismo, pues éste significa respeto a todas las religiones, creencias y visiones del mundo. Aquí se persiguió a una religión: la católica, las pruebas son innumerables e irrefutables. También se violó, y se sigue violando con contumacia, el derecho natural de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus propios criterios, no conforme a dictados de funcionarios estatales autoproclamados portadores de la “luz”.

Hubo otra muestra de falta de respeto al pensamiento ajeno, obrada por personas que enarbolaban la bandera de la tolerancia sin restricciones, ella fue el incendio de unas nueve bibliotecas de colegios y seminarios católicos, como lo testimonia un escritor de esa época, Julio María Matovelle, y lo cuenta el gran historiador Luis Robalino Dávila (sin contar el incendio parcial de la Biblioteca y Archivo de la Curia Arzobispal de Quito y el fusilamiento de un cuadro del Sagrado Corazón).

Frente a la campaña tendiente a convertir a Alfaro en la suma de todos los bienes, es indispensable enfocar asuntos dejados en la sombra aunque aparezcan resentidos ávidos de silencio. Ya lo dijo Orwell: “El hombre verdaderamente libre es el que dice lo que los demás no quieren oír”. Obligatorio recordar.

cfreile@lahora.com.ec
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Leónidas Plaza de cuerpo entero.

Reproduzco a continuación un entretenidísimo (por no decir delicioso) relato de Miguel Ángel González Páez sobre Leónidas Plaza Gutiérrez, jerarca liberal -tan responsable como Eloy Alfaro del totalitarismo liberal impuesto en el Ecuador pos 1895, por cierto el viejo luchador se refirió así de «Placita»: “Plaza es un soldado desleal y no tiene ideas políticas”-, presidente del Ecuador en dos períodos entre 1901-1905 el primero, y 1912-1916 el segundo; genearca y padre de «aristócratas» ecuatorianos del siglo XX -como siempre, saque usted sus propias conclusiones-:

Leónidas Plaza de cuerpo entero[1]

Leónidas Plaza Gutiérrez

Leónidas Plaza Gutiérrez

En sus primeras exhibiciones en público, el General Plaza proporcionó a la prensa política, temas curiosos para crítica burlona. Un día se le ocurrió  revistar la Guarnición de Quito, y se presentó al acto vestido de levita negra; cubierta la cabeza con el socorrido sombrero hongo[2], y calzado de zapato amarillo[3].

Invitado por doña Rosa Elena Villacís de Barba, concurrió una tarde al generoso obsequio de un Té bailable, uniformado a manera de un Duque de Sajonia: llevaba kepi de húsares, dormán de paño blanco franjeado de oro y rojo; pantalón azul; y así, tan aplanchado mi General, quiso bailar, con todas sus fuerzas, las alborotadas chilenas que, con el ponche cocktail y la agitación de la cueca suelta, encienden la sangre. Cuando el músico genial y diestro ejecutor don Aparicio Córdova, rompió a toda orquesta la obertura de la Caballería ligera de Suppé, el Presidente General se acercó al maestro y le dijo: “Cambie ese tono con una chilena”. Obedecido el pedido, cesó la obertura de Suppé, y al concierto clásico siguió la alborotada chilena bajo la batuta de Córdova, a cuyo derroche de notas populares, rompiendo los estrechos límites de la etiqueta, nuestro apuesto Presidente, como haciendo honor, paseó por el salón a la mejor morena de la selecta concurrencia, que vestía de percal de oro y blanca seda. Suelta de su brazo; ya vis a vis los danzantes; ella bajo un centenar de miradas saeteras de mozos tentadores, y también de émulas beldades; ojinegra, piropo de Cupido, borneando blanco pañuelo por encima de su cabeza de bucle cabello, rodeó encantadora al verde lechuguino zapateándole de alegría; luego instándole a danzar, con porfía le acomete acercándosele dadivosa de su gracia seductora; ya se retira serpenteándole por la espalda y pecho, como que huye de él ligera, incitándole a seguirla y sacudiéndole el pañuelo. De pronto, virada a un lado, le aborda coquetona; cambia amura, y displicente, y resuelta, y vencedora, enfrenta al General su rostro de rítmica belleza, donde juegan gracias de dulzura, y en augusta actitud, en las barbas mismas del cuitado militar, con sonrisa picaresca, hace venia de cabeza, y entre bulla de aplauso y los ruidos de la orquesta, a su asiento se retira. Era el cado, que don Leónidas, como no había tenido noticia de lo que era etiqueta, tampoco había sabido que bailar era dar movimientos, haciendo airosas mudanzas de cuerpo a compases de la música.

Prohibido por orden de Autoridad de Policía, estaba el entrar a la Alameda en vehículos de cualquier clase que fuesen; otro día, el señor Presidente de la República, se dirigió a ese lugar de paseo público, en lujoso coche, y aun cuando fue notificado con la prohibición existente, por un Inspector de Orden, riéndose de ello, mando al cochero penetrar en el parque, en cuyas calles, siempre sonreído, paseó con unos sobrinitos suyos llegados de Guayaquil. Esas ligerezas del General exhibidas en diversas actitudes, delatando su condición social, dieron de continuo ocasión a las murmuraciones del pueblo.


[1] González Páez, Miguel Ángel, Memorias históricas, Quito, 1934, págs. 445, 446, 447

[2] El nombre de ese tipo de sombrero es bombín: propio del burgués británico y muy común en Sudamérica entre las indias bolivianas y argentinas, gracias a un comerciante inglés.

[3] ¿Protobarcelonista?



Ecuador 1854: Protectorado de Estados Unidos.

Ecuador 1854: Protectorado de Estados Unidos. 

La bandera de Estados Unidos en 1854 con 31 estrellas, Ecuador pudo haber sido la número 32.

«Durante la Administración del General Urbina, nuestro país fue objeto… de humillaciones y vejámenes, que Estado alguno pudiera recibir de parte de otros…»

Jorge Villacrés Moscoso

En 1854 el gobierno de José María Urbina (quien principio las prácticas del liberalismo gubernativo en el Ecuador), solicitó formalmente a los Estados Unidos que el Ecuador pasará a ser un protectorado norteamericano. Este es un espisodio histórico completamente ocultado al público en general por intereses ideológicos. Nos lo detallan dos historiadores del siglo XX:

“… el Canciller Espinel llega a negociar y suscribir un tratado de Protectorado con los Estados Unidos… (éste) viene a constituir un documento único, que registra la historia de un país sudamericano, haya convenido constituirse en Estado protegido del Coloso del Norte en el siglo XIX.” “Algunos historiadores ecuatorianos, han tratado de pasar por alto sobre estos bochornosos casos que registra la política exterior urbinista; y otros si bien la mencionan e inclusive, se esfuerzan por justificar la actitud de ese Gobierno, particularmente en las negociaciones del Archipiélago (Urbina fue el primero que intentó ceder las islas Galápagos a los EE.UU., después Eloy Alfaro retomaría la posta en este proyecto), argumentando de que no se trataba de un Protectorado, sino de un simple convenio de explotación del Guano, producto por cierto, inexistente en el Archipiélago, como para fines comerciales.” “Si alguna vez se trató de establecer un Protectorado en nuestro país… fue el consagrado en el malhadado Tratado Espinel-White, que si bien es cierto no fue ejecutado, gracias a la oportuna intervención de los países latinoamericanos…” “En cambio muchos ecuatorianos impulsados por la pasión política han hecho tanta propaganda de las cartas de García Moreno a los representantes consulares franceses en el Ecuador, acerca del pedido de un proyectado protectorado francés para nuestro país, que si bien es verdad las cartas son auténticas, éstas solo tuvieron el valor de simple correspondencia epistolar, sin llegarse a concretar en negociaciones formales ni mucho menos, en un tratado como el que hemos comentado.”[1]

Y un ecuatorianista estadounidense nos señala:

“El temor de Urvina a las maquinaciones del general Flores era tan intenso que le impulsó a pedir en 1854 el establecimiento de un protectorado norteamericano sobre el Ecuador. Para obtener la aprobación norteamericana a su propuesta, Urvina ofreció los derechos exclusivos para la extracción del guano de las Galápagos. La creciente demanda de abonos en el mundo y el éxito peruano al conceder contratos de explotación había creado una fiebre por el guano, que el Ecuador esperaba usar como argumento para obtener la protección de los Estados Unidos contra invasiones futuras. El ministro de relaciones exteriores ecuatoriano logró negociar un acuerdo con el ministro representante de los Estados Unidos en Quito, por la cual este último país prestaría al Ecuador tres millones de dólares y lo protegería contra las ‘invasiones, incursiones, y depredaciones’ llevadas a cabo por cualquier nación ‘o aventurero o cabecilla’. La convención de 1854 no fue ratificada por los Estados Unidos, en parte porque no se encontraron depósitos de guano en las islas y también por la tormenta de protestas llegada de la Gran Bretaña, Francia, España, Chile y Perú, cuyos gobiernos temían una intervención norteamericana en el Ecuador.”[2]

Saque usted sus propias conclusiones.

F.N.P.


[1] Villacrés Moscoso, Jorge, Historia diplomática de la República del Ecuador,  Vol. II, págs. 280, 281.

[2] Van Aken, Mark, El Rey de la Noche, pág. 377



El mito de Alfaro (III) : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

El mito de Alfaro (III) : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo.

Sábado, 14 de Enero de 2012

Por : Carlos Freile Granizo

Las dos joyas de la corona de Alfaro fueron el Ferrocarril y el laicismo (sobre el que volveré). Se suele olvidar, sobre todo en los textos escolares, que la difícil y formidable obra del tren fue iniciada por García Moreno y continuada por los gobiernos progresistas. Nadie puede negar el impulso dado por Alfaro para finalizar el proyecto, pero tampoco su apoyo desmesurado a Archer Harman, en perjuicio de los intereses nacionales.

Uno de los más acreditados especialistas en el tema, John E. Uggen, escribió un texto estremecedor, en cuyas primeras líneas se lee: “Cuando Archer Harman falleció, era el accionista principal del Ferrocarril del Sur. Cómo llegó a ser el propietario del Ferrocarril es uno de los capítulos más interesantes de toda la historia del Ferrocarril ecuatoriano.  Este ensayo tratará de demostrar como Harman convirtió su inversión inicial de una acción de cien dólares en la Guayaquil and Quito Railway Company en 1897 en 59.069 acciones de 5,6 millones de dólares a su muerte en octubre de 1911”.

Paradoja nunca aclarada: el Estado ecuatoriano pagó a Harman ingentes cantidades de dinero y por ello quedó muy endeudado, como reconocen todos los historiadores, sin embargo, al final de la construcción, el Ferrocarril pertenecía en gran parte a…. Harman.

Franklin Cepeda A., estudioso del tema, nos informa que en 1900 hubo un tremendo derrumbe en Guamote: “Alfaro, en afán de salvar el proyecto, entrega a la Compañía una fuerte cantidad de dinero obviando toda fórmula legal”. Según el contrato, el tren debió llegar a Quito en 1907, esto sucedió en 1908, por lo cual la empresa debía pasar a poder estatal, pero Alfaro apoyó a Harman y la propiedad del Ferrocarril continuó en sus manos.

Para mayor extrañeza, en 1911 una comisión de alto nivel determinó que no se habían cumplido las condiciones del contrato. De hecho se habían usado partes de la carretera nacional como terraplenes para los rieles (lo dice Luis Robalino Dávila), además de otras cosillas. Curiosamente, Alfaro y Harman eran hermanos masones. Obligatorio recordar.

cfreile@lahora.com.ec
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La Peregrina de Quito.

«…el Patronato Real de las Indias covertía al Emperador cristiano en patrón y reformador de la Iglesia universal. A los Reyes Católicos les fueron concedidas las bulas papales, pero fue en realidad Carlos V quien inauguró el nuevo orden político… El Patronato Real concedido a los Reyes Católicos por los Papas Alejandro VI y Julio II convertía al emperador hispano en la nueva cabeza de la Iglesia, corroborando así el sentido profético y mesiánico de la casa de Austria española.»

Ramón Mujica Pinilla

Uno de los descubrimientos más notables y más gratos -al menos para mí- de mi última gira sudamericana ha sido una popular advocación continental (presente en Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Uruguay, etc.) de la Virgen María, extendida inclusive a España, particularmente en Cádiz donde poseía un Santuario: La Virgen de la Merced la Peregrina de Quito, que a pesar de su nombre es prácticamente desconocida en Quito… La descubrí o ella me descubrió en el Altó Perú (la actual triste, traicionado y olvidada Bolivia, corazón de la América del Sur y bastión artístico de la iconografía imperial gibelina sudamericana) mientras recorría un antiguo palacete imperial paceño, que tanto contrasta con el degenerado exterior de esta llamada ciudad de La Paz, aunque más parece de La Guerra.

La Paz es uno de los lugares donde uno más puede caer en cuenta de lo espantoso de la llamada «independencia» y de todas su atroces consecuencias. Sí… son los contrastes entre las maravillas de su pasado hispánico… con el ahora convertido en un infierno indigenista. Basta comparar la arquitectura de esos edificios fabulosos de otros tiempos con la arquitectura de nuestros días para ver la decadencia en la que nos encontramos… por dentro es hermoso, por fuera todo horrendo… y La Paz era así en su conjunto: ¡Bella! La mayoría de edificios de esa época los demolieron ¡Lugares sacros echados al piso! Y ni siquiera es como en Buenos Aires que los reemplazaron con algo medio interesante sino con mero desorden y caos estético y espiritual por tanto. Sobre esto bien dijo mi hermano y fiel compañero de viaje Santiago: «La decadencia espiritual del hombre se demuestra de manera física tanto como en la arquitectura como en la apariencia física de uno y hasta en el sentido estético, todo eso se perdió, ahora nadie entiende el sentido de alma, cuerpo y espíritu. Ahora todos son diferentes matices del gris vacío y frívolo.»

Desde el establecimiento de los mercedarios en Quito, el Emperador Carlos V en acto de devoción obsequió al pueblo quiteño una escultura en madera de la Virgen de la Merced, depositada en la Capilla de San Juan de Letrán, hasta que fuera enviada en peregrinación por América -a inicios del siglo XVIII –para las búsquedas de limosnas destinadas para su templo (La Peregrina había viajado incansablemente por el continente y España, recaudando donaciones para levantar el convento de El Tejar de acuerdo a otra fuente). El último viaje recorrido fue a España entre los años 1733 a 1736. La Virgen de la Merced la Peregrina de Quito, una imagen imperial y regia, curiosamente fue adoptada ya sin el mote de La Peregrina de Quito y en tiempos turbulentos y subversivos como los fueron los de la «independencia», por Antonio José de Sucre como Patrona de su ejército; posteriormente por este medio y debido al triunfo de Gabriel García Moreno sobre los traidores aliados al Perú de Ramón Castilla en la Batalla de Guayaquil el 24 de septiembre de 1860 -fiesta de la Merced ¿Coincidentemente?-,  se convirtió en Patrona de las Fuerzas Armadas del Ecuador, además de ser Patrona  de la ciudad de Quito.

Exhibo a continuación una imagen pictórica de la escuela alto-peruana, de las varias representaciones basadas en la escultura original. Al día de hoy lamentablemente no se tiene registro de donde pueda reposar la imagen original sí es que aún existe:

Nuestra Señora De La Merced La Peregrina De Quito

Por Francisco Núñez Proaño



Cabalgar el tigre (I).

Qi Hu Nan Xia (Cuando uno cabalga un tigre es duro de desmontar)

Cabalgar el tigre: Algunas reflexiones cortas y necesarias para nuestros tiempos:

Cuando se pierde una batalla, reconoce al enemigo la victoria, pero reteniendo el poder que permita reivindicar lo perdido en otras circunstancias que pacientemente se esperan y silenciosamente se preparan y provocan.

Divide et impera, recuerda que ahora existe la gente y no las naciones, de aquí en más ejerce el poder sin exhibirlo, induce a los enemigos a hacer lo que necesitamos que hagan para que se destruyan solos.

Se paciente y calla.

Por Francisco Núñez Proaño



El mito de Alfaro (II) : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

El mito de Alfaro (II) : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo.

Sábado, 7 de Enero de 2012

Por : Carlos Freile Granizo

Hace pocos días un historiador áulico alababa a Eloy Alfaro por su “defensa de los derechos humanos”. Alabanza que refleja otro mito. Ya en la campaña de la Restauración en 1883, en la Costa, mandó fusilar a decenas de personas por el delito de no estar de acuerdo con él o por oponerse a la requisa de acémilas, reses y alimentos, justificó tales excesos con “que es principio admitido por todas las naciones civilizadas, el que la guerra viva de la guerra”. Olvidaba que los campesinos costeños no eran sus enemigos, sino el dictador Veintemilla, a quien había apoyado con anterioridad.

Ya en el poder, Alfaro no escatimó método alguno para reprimir a sus opositores con desprecio absoluto de las libertades ciudadanas y de los derechos naturales. Son de sobra conocidas las torturas administradas a los presos políticos y a los periodistas disidentes: “Cepo Pérez”, “Trapiche Franco”, baños de agua helada… Todos conocían a los vencidos desorejados después de alguna batalla, nadie ignoraba el fusilamiento de soldados participantes en un frustrado golpe contra él, escogidos por sorteo; sin fórmula de juicio y con el agravante de que la pena de muerte ya estaba abolida en el Ecuador, igual el de Tello y cien más. Varias familias lloraron a los estudiantes universitarios asesinados por pedir libertad de sufragio en manifestación pacífica (1907).

El número de desterrados y confinados alcanzaba cotas nunca vistas. Para qué hablar de las imprentas destruidas y “empastadas”, de las calumnias contra los opositores, de las campañas de desprestigio en la prensa adicta. Cedo la palabra a un contemporáneo de Alfaro, Ricardo Cornejo, el 27 de junio de 1911: “… sean largos o cortos los días que queden de vida al Caudillo de Enero y de Junio, seguirá influyendo siniestramente en la política del Ecuador; más todavía: se nos imagina que hasta después de un siglo de su muerte, se hará sentir el fatal influjo de aquel personaje en la suerte de las generaciones futuras. Las obras del mal son mucho más largas y duraderas que las del bien”. Obligatorio recordar.

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